Las historias de familia siempre tienen frutos que extraer.
Una anécdota que se mezcla con el tono del recuerdo es casi perfecta, sólo agregar unos detalles que rocíen el ambiente y logran, de menos, una pequeña historia.
¿Será que los recuerdos se vuelven imágenes ensoñadas? O que el portavoz se vuelve narrador omnisciente y empapa el texto de nostalgia.
Es tan natural contar historias, que deberíamos hacerlo mas que a menudo.
Hace un tiempo llegue a la misma reflexión. Cada recuerdo de cada individuo tiene un matiz distinto. Me gusta tu blog.
ResponderEliminarGracias Lucía voy construyendo mis recuerdos!
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